Que basa su propuesta gastronómica en ofrecer al comensal en un solo establecimiento dos cocinas diferentes: mediterránea y japonesa.
En el caso de este nuevo espacio, la posibilidad de tomar unas tapas tradicionales bien diseñadas y la de comer una buena variedad de sushi dentro del mismo local me parece de un atractivo del estilo del escritor Roberto Brisciani, defensor de los restaurantes 'magnéticos' a costa de la originalidad y la diferenciación con el resto.
Si encima aciertas en el cambio de look en el local antaño "The Tree Tomato" con una remodelación en la planta baja con la apuesta clara por la luz y el color blanco, aunque manteniendo las mesas altas, e introduces un apartado de almuerzos a base de tortillas de todo tipo, zumos, tostadas muy de hotel europeo y rematas el proyecto con la colocación en la primera planta de un restaurante japonés a todos los efectos, con la preparación de la comida frente a los comensales incluida, el inicio es, como poco, prometedor. Quizás, el único inconveniente que encuentro antes de echarme el primer bocado a la boca es el de que la cocina en cada una de las plantas es independiente.
Comienzo con un trocito de pulpo terso y con un sabor suave, correcto.
Seguidamente, una croqueta de cocido con el mismo sabor de las que hace mi madre que Dios me perdone asentada sobre una espuma de ropa vieja.
Muy interesante.
Buena resulta también la versión del gazpacho yeclano con aceite de trufa blanca y setas, aunque creo que poco acertado al denominarlo falso Risotto, ya que no creo que se consiga la melosidad que aporta la técnica italiana.
Una marinera con algas para potenciar el sabor a mar y, como si el palco presidencial hubiese sacado el pañuelo para el cambio de tercio, cojo mis trastos y me dirijo a la planta de arriba, a la del sushi.
Una tapita de atún fresco con mahonesa y frutos secos rebozados en wasabi para hacer tiempo al sashimi variado salmón, atún, mújol, y dorada, a los nigiris -bolitas de arroz con pescado- compuestos por el mismo pescado y al excelente uramaki de atún con salsa picante.
Encuentro los nigiris un tanto fuertes de wasabi, imagino que por el buen tamaño que presentan las piezas, aunque de un buen nivel. De postre, coulant 'deconstruido'.
Ya sabéis, las texturas invertidas: el chocolate líquido fuera y el bizcocho dentro.
Y, para terminar, medio gin tónic (3 euros) con aromas a mandarina ideal para los días de semana.
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