No volverás a meter el mismo pie en el mismo río. Pero tendrán en común esas aguas, por rápido que bajen.
Y siempre algo habrá de invariable en ti, aunque tu sangre se renueve constantemente.
Sin prisa pero sin pausa, todo cambia y todo sigue igual. La vida fluye constantemente y tiene también un punto de inexplicable quietud bajo la gran mentira de la velocidad y el vértigo.
Los tiempos que corren nos arrastran.
La vida moderna nos hace devotos de la acción por la acción.
Huyendo de la agitación sin fin buscamos inútilmente el extremo opuesto: el nirvana. Olvidamos que entre un punto y otro de la cuerda está la serena inquietud: un impulso que es al mismo tiempo ancla y timón, acelerador y freno, agua y fuego, ansia y sosiego.
A lo mejor la vida no es más que eso, trepidante contemplación, callada turbulencia.
Eterna disputa entre esas dos fuerzas que nos empujan a pisar tierra firme o a lanzarnos sin paracaídas a un mar de nubes inciertas.
Feliz Lunes y buen comienzo de semana;)))
Silvia Pérez Olmos
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