Para tomar según qué decisiones, necesito frenar, reflexionar, debatir y hacer balance de las opciones, las razones y las consecuencias que acarrean mis actos.
Ser fiel a mis principios supone conocerme bien, saber quién soy, qué quiero, qué considero justo y hasta dónde estoy dispuesta a ceder, o ayudar, para que la vida se desarrolle tal y como mi instinto, mi corazón y mi experiencia creen que debería evolucionar.
Me reconforta y me consuela saber lo que defiendo, acercándome más a una definición más precisa de quién soy o, al menos en quién quiero convertirme.
Creo que ser coherente con uno mismo conlleva un trabajo previo, de determinación de valores, prioridades y limitaciones.
Esconde años de decisiones, observaciones e información procesada, ordenada y catalogada en base a un carácter particular, a lo que esperas de un mundo más justo, más coherente y, por tanto, más fuerte.
Vivir conlleva aprender mucho, de ti y de tu entorno, hasta rozar ese estado de tranquilidad en el que ser fiel a uno mismo se aproxima a un acto reflejo, natural, decidido y vacío de esfuerzo que te ayuda a fluir en el espacio y en el tiempo.
Y te acerca a la convicción de estar cada vez más próximo a ese ser y ese mundo en el que te sientes confortable.
Buen Jueves a todos;))) — me siento segura.
Silvia Pérez Olmos
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