Te llevaste mi sed, mis besos, mi pan, mi violencia, mi pasión ¿ahora dónde iré con un alacrán en lugar de corazón?
A ti que me enfermas, a ti que eres mi envenenada medicina.
A ti que aun no sabes los besos que te caben en la boca, a ti que has comprendido que a veces el olvido se equivoca.
Y yo me muero de ganas de decirte que te quiero.
Y se iría el dolor mucho más lejos si no estuvieras dentro de mi alma, si no te parecieras al fantasma que vive en los espejos.
Todos los días tienen un minuto en que cierro los ojos y disfruto echándote de menos.
Que de igual esperarte o que me esperes, que no seas tú entre todas las mujeres, que la cuenta está saldada. Si quieres quererme voy a dejarme querer, si quieres odiarme no me tengas piedad.
Por la noche es probable que el viento sea variable, que me quieras… y luego te arrepientas.
Tu espalda es el ocaso de septiembre, un mapa sin revés ni marcha atrás.
Echándonos de menos, echándome de más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario