lunes

4 claves para dejar de quejarse

Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo. No lo pienso hacer nunca” 
 (Stephen Hawking)
¡Cuántas veces hemos escuchado a ciertas personas quejarse una y otra vez, con motivo o sin él, de lo difícil que es su vida, de lo duro y complicado que es salir a luchar cada día y de la mala suerte que han tenido!
La queja es, sin lugar a dudas, la madre de los problemas emocionales que actualmente tenemos. Seguramente, si dejásemos de quejarnos tanto por aquello que no funciona como nos gustaría y nos fijásemos más en todo lo que tenemos para disfrutar y ser felices, no estaríamos tan amargados.
Vivimos en la era en la que más cosas y facilidades tenemos pero en la que la gente es más infeliz.
Nos hemos acostumbrado a necesitar cada vez más y a hacer un drama cuando esa necesidad inventada no se ve cumplida. Y en consecuencia nos quejamos una vez y otra vez sin llegar a ninguna salida, pues la queja no sirve para nada más que para hundirnos más en la amargura.
¿Cómo son las personas quejicas?
-Negativizan todo, incluso lo positivo: Las personas protestonas nunca están contentas con nada. Desean algo, se quejan si no lo tienen y cuando lo tienen se vuelven a quejar.
Aunque la situación que vivan sea positiva o hayan conseguido grandes logros personales o profesionales, siempre tendrán en la boca la coletilla “Si, pero…” Esta actitud al final hace que nunca disfruten de nada y que se amarguen a sí mismos y al resto de la humanidad con su toxicidad.
-No buscan soluciones: Es mucho más fácil despotricar, criticar o dilapidar lo que no ha salido como me habría gustado, que buscar soluciones para modificar lo que se pueda modificar.
Buscar soluciones a los problemas implica dejar de caer en el victimismo y empezar a luchar por aquello que quieres, lo que conlleva un esfuerzo que mucha gente no está dispuesta a hacer.
-Son chismosos y criticones: Las personas quejicas son, normalmente, criticones con los demás y con las circunstancias de su vida y esto es producto de su propia infelicidad y carencias. Recordemos que siempre criticamos de los demás, nuestros propios defectos.
Seguramente, el problema no esté ni en el criticado ni en el hecho que le está sucediendo, sino en ellos mismos, que no saben apreciar ni valorar las cosas buenas de los demás y de la vida en general.
Su atención está plenamente enfocada en lo que ellos consideran como negativo, sin ser capaces de ver el lado positivo que todo tiene.
-No aceptan que hay cosas que no se pueden cambiar: Para este tipo de personas, la aceptación no existe en sus vidas. No pueden tolerar que las cosas no salgan como ellos quieren y se dicen a sí mismos que ¡es insoportable, intolerable o desastroso que el mundo funcione como funciona!
El resultado es un empeoramiento de los problemas sin lograr hallar, evidentemente, ninguna solución al respecto y provocándose una ansiedad y sufrimiento importantes.
La queja acabará cuando la persona se sienta cansada o aburrida de quejarse y vea que, aparte de una gran irritación, no obtiene nada con ello.
¿Qué hacer para dejar de ser un quejica?
1. Deja de juzgarlo todo: Tú no eres juez de nada ni de nadie, por lo tanto, lo más inteligente y sensato es tener la boca cerrada de vez en cuando y adaptarte a las circunstancias. Además, antes de juzgar, mírate al espejo: tú tampoco eres perfecto.
2. Promueve la aceptación en tu vida: La aceptación es un bálsamo para conseguir la paz interior y la salud mental. Si nos damos cuenta de que hay diversas situaciones, personas o hechos sobre los que no tenemos ningún poder y control, aprenderemos a dejar de tener expectativas y a aceptarlo todo, tal y como viene.
3. Stop a los pensamientos negativos: las palabras son el producto de nuestros pensamientos, de lo que nos decimos a nosotros mismos. Si sabemos combatir las ideas negativas e irracionales, será muy difícil caer en el victimismo, las críticas y la queja continua.
La clave está en confrontar nuestras ideas con la realidad y darnos cuenta de que muchas veces somos nosotros los que anticipamos, generalizamos y sobredimensionamos las cosas.
4. Enfócate en lo positivo: todo tiene su lado bueno, pero parece que eso lo damos ya por hecho y no somos capaces de fijar nuestra atención en todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor.
Si haces un esfuerzo consciente y empiezas a enumerar todo lo positivo que hay en tu vida, te darás cuenta que hay más cosas agradables y buenas de las que te habías percatado. Dale la vuelta a eso que no te gusta y descubrirás que encierra algún valor.
Practica diariamente estos consejos y verás como la vida te empieza a cambiar.
Recuerda que el cambio siempre comienza en nosotros mismos, no en lo de fuera. Pedir la hoja de reclamaciones al mundo no te servirá para nada, ¡empieza a amar a la vida tal y como es!

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