Esta es la ilusión más perjudicial que el ser humano ha tenido jamás.
La idea más perniciosa y que más catástrofes ha causado.
El poder no puede dar nunca la felicidad porque es sencillamente insaciable.
Uno puede saciarse solamente con el amor y el sentimiento de inclusión en un grupo mayor, en donde uno pueda poner en práctica y desarrollar las habilidades que le son propias.
El sentimiento de aprecio y respeto dentro de un ambiente y con la sensación de que uno se dirige a una meta que merece la pena, es lo único que nos puede saciar.
El demonio siempre nos susurrará al oído que alcanzar más poder es una buena meta, pero en verdad os digo que la única meta que merece la pena es el logro de una conciencia universal donde todos nos podamos salvar.
Todos sin exclusiones.
Sin embargo es claro que si te refugias en otros, te crearías una dependencia que generaría materialismo arraigado a uno u otros seres.
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