EL JURADO NÚMERO 10 - Reyes Calderón
Los integrantes de un modesto despacho de abogados de provincias se verán envueltos, sin quererlo ni desearlo, en un caso que les supera totalmente: drogas de diseño, blanqueo de capitales y corrupción a gran escala.
Efrén Porcina, un tipo encantador que ronda los ciento treinta y ocho kilos, sigue una dieta por internet y lleva una vida tranquila, y su única socia, Salomé, una secretaria cuando menos particular que cambia de novio cada dos por tres, junto con la inestimable ayuda de un ex policía borrachín, serán los encargados de arrojar luz y buscar la verdad en un intrincado caso con ramificaciones internacionales.
Las vidas de unos y otros estarán pendientes del acierto de un juez, la cordura de un jurado popular y el misterioso jurado número diez.
La novela «El jurado número 10, ha sido la ganadora de la IV Edición del Premio Abogados de Novela que convocan conjuntamente el Consejo General de la Abogacía Española, la Mutualidad de la Abogacía y Ediciones Martínez Roca del Grupo Planeta.
Quien es Reyes Calderón: Me llamo Reyes por mi abuela sevillana, pero nací en el corazón de Castilla: Valladolid, donde dicen, se habla el mejor castellano y se practica el más puro laísmo.
Despues, me trasladé a Navarra y me quedé.
Hace veinte años que aprendo más que enseño de mis estudiantes de UNAV, y tengo la suerte de vivir en un pueblecito en pleno Camino de Santiago, flanqueado por dos iglesias medievales y con los gorriones por despertador.
Estudié Economía porque me lo aconsejaron y Filosofía porque quise. Devoro los tratados de Derecho y Política para situarme en el mundo y escribir con algo (un poco, al menos) de sentido. Aunque soy de secano, adoro el mar, especialmente las costas gallegas y San Sebastián.
Me atrae su inmensidad de tal manera, que me baño en cualquier época del año: ¡espero no acabar como Alfonsina!
Por lo demás, me encantan las tertulias y la siesta de los domingos, cocinar para mi gente, cantar si alguien rasga una guitarra, viajar con la familia, el cine, leer sin mirar el reloj, y, naturalmente, escribir. De niña, siempre tenía la cabeza llena de historias fantásticas, pero me suspendían los trabajos manuales y mi ortografía dejaba mucho que desear.
En 2000, decidí que seguiría la regla de escuchar a todos y hacer lo que me diera la gana, y contra viento y marea, entregué a imprenta mi primera novela. Acabo de publicar la séptima, tengo dos terminadas en lista de espera y algunas traducidas a otros idiomas.
Espero tener tiempo suficiente para vaciar mi cabeza antes de morir.
No me importa cómo escribo sino para quién escribo.
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