Seguro que todos nos hemos dado cuenta de que por la mañana tenemos un aspecto horrible, algo desagradable, y peor aún si nos hemos dado cuenta en la otra persona. Sobre todo en dos aspectos: el mal aliento y la cara hinchada, sobre todo los ojos, (el pelo también suele estar horrible por la mañana, pero de ese hay poco que explicar).
Vamos por partes entonces: mal aliento, ¿a qué se debe por las mañanas?
Pues es bien sencillo. Por durante la noche, el cuerpo entero se ralentiza, disminuye toda su actividad (menos la cerebral).
Esto incluye una menor producción de saliva en la boca. Esta saliva, entre otras funciones, evita la actividad y desarrollo de la gran cantidad de bacterias que anidan en nuestra cavidad oral por su composición enzimática, especialmente por la lizosima, las inmunoglobulinas y las proteinas como la muramidasa y la lactoferrina, que nos defiende, además, de las infecciones. También, el movimiento de la lengua y mejillas, ayudan a desalojar la boca de restos de comida que hayan podido quedar en la cena o el vaso de leche de antes de dormir.
Ambos, producción de saliva y movilidad de la lengua, caen durante la noche, dejando vía libre a que esos restos de comida sirvan de alimento para estas bacterias que los digieren y se reproducen liberando multitud de gases en el proceso que nos proveen de ese desagradable aliento.
Desaparece tras un buen desayuno (que genera grandes cantidades de saliva) y cepillarnos los dientes. Para generar más saliva, agua con limón es recomendable, ya que el pH ácido del limón estimula la producción de saliva que actúa como tamponador.
Ahora queda la duda de ¿por qué se nos levantamos con los ojos hinchados?
Durante el sueño, como ya he explicado antes, todo disminuye su actividad, incluida la circulación linfática. En los párpados, donde la piel es más cinco o diez veces más fina que en otras partes del cuerpo, se ve con más claridad la acumulación de la linfa en los tejidos esponjosos que componen el párpado. Esa acumulación, se refleja como una hinchazón que vemos al despertarnos y mirarnos al espejo.
Esto desaparece a los pocos minutos de levantarnos, que la posición vertical, unida a la activación del flujo linfático de nuevo, elimina esa acumulación.
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