Las velas además de ser un instrumento de iluminación son consideradas como una fuente de devoción y adoración.
Las velas son una fuente de iluminación que se usan para decorar o armonizar el ambiente, para eliminar los malos olores, celebrar un acontecimiento, hacer una petición, ayudan en la meditación, en ceremonias y rituales, e incluso cuando se va la luz.
Su uso es muy conocido desde hace milenios ya que en ellas se concentra una gran cantidad de energía y un sentido mágico.
En la prehistoria nuestros ancestros utilizaban un objeto similar a las velas, que no era otra cosa que lámparas de tuétano y palos; además de usarlas para iluminar las usaban para hacer rituales con la finalidad de obtener alimentos.
Con el paso del tiempo otras culturas como la asiria, egipcia y romana seguían utilizando estas velas, pero con un sistema de iluminación más avanzado basado en lámparas de aceite y antorchas para obtener luz, pero las usaban con un sentido más espiritual.
Las primeras velas fueron hechas de un extracto vegetal sólido casi incoloro e insípido o de grasa animal y fueron utilizadas por la tradición judía, pero no fue hasta la cultura celta y la religión cristiana cuando fueron consideradas un instrumento de devoción y adoración.
En el siglo XV en París se empezaron a emplear moldes de madera para fabricarlas, por lo que se volvieron más accesibles y en 1488 se creo la primera fabrica de velas hechas de cera de abeja que aún existe en Dublín.
Conforme pasaron los años se fue mejorando el método para hacerlas y no fue hasta el año 1850 que se logro refinar la parafina y se hizo posible la elaboración de las velas a base de petróleo.
Los seres humanos siempre hemos reconocido que en el fuego hay una manifestación divina y su poder sirve para proteger y dar vitalidad mediante la luz y el calor.
Las velas brindan una rica variedad de colores, formas y fragancias que están a nuestro alcance para disfrutar de la calidez de la llama, pero a nivel espiritual el color se debe elegir dependiendo de la necesidad que se tenga.
Las velas son una fuente de iluminación que se usan para decorar o armonizar el ambiente, para eliminar los malos olores, celebrar un acontecimiento, hacer una petición, ayudan en la meditación, en ceremonias y rituales, e incluso cuando se va la luz.
Su uso es muy conocido desde hace milenios ya que en ellas se concentra una gran cantidad de energía y un sentido mágico.
En la prehistoria nuestros ancestros utilizaban un objeto similar a las velas, que no era otra cosa que lámparas de tuétano y palos; además de usarlas para iluminar las usaban para hacer rituales con la finalidad de obtener alimentos.
Con el paso del tiempo otras culturas como la asiria, egipcia y romana seguían utilizando estas velas, pero con un sistema de iluminación más avanzado basado en lámparas de aceite y antorchas para obtener luz, pero las usaban con un sentido más espiritual.
Las primeras velas fueron hechas de un extracto vegetal sólido casi incoloro e insípido o de grasa animal y fueron utilizadas por la tradición judía, pero no fue hasta la cultura celta y la religión cristiana cuando fueron consideradas un instrumento de devoción y adoración.
En el siglo XV en París se empezaron a emplear moldes de madera para fabricarlas, por lo que se volvieron más accesibles y en 1488 se creo la primera fabrica de velas hechas de cera de abeja que aún existe en Dublín.
Conforme pasaron los años se fue mejorando el método para hacerlas y no fue hasta el año 1850 que se logro refinar la parafina y se hizo posible la elaboración de las velas a base de petróleo.
Los seres humanos siempre hemos reconocido que en el fuego hay una manifestación divina y su poder sirve para proteger y dar vitalidad mediante la luz y el calor.
Las velas brindan una rica variedad de colores, formas y fragancias que están a nuestro alcance para disfrutar de la calidez de la llama, pero a nivel espiritual el color se debe elegir dependiendo de la necesidad que se tenga.
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