El magnífico orden dunar de Matalascañas proyecta cinco espectaculares extensiones arenosas de casi diez metros de altura que escoltan al Parque Nacional de Doñana – uno de los parajes naturales más excepcionales del continente–. La playa tiene una parte urbanizada, con buenos servicios, pero a medida que uno se aleja se desertiza adentrándose en el rotundo escenario del Parque, en el que está prohibido internarse, aunque no lo está andar por su playa. En Matalascañas se pueden realizar una sugerentes caminatas, recorrer el sendero dunar –una pasarela de un kilómetro y medio cercana al mar y que acaba internándose en Doñana, en un mirador sobre el campo de dunas- o acudir al varadero, con sus ranchos de pescadores. Una vez dejada atrás la urbanización almonteña de Matalascañas el aislamiento está asegurado. La Costa de la Luz, en este rincón de Huelva, hace honor a su nombre, con unos irrepetibles atardeceres. Y la riqueza biológica de este tramo de costa –con la presencia de gaviotas, correlimos o chorlitejos patinegros, entre otras especies- es un valor añadido
No hay comentarios:
Publicar un comentario