“Pero el ser humano no es independiente, porque el movimiento comience en él, sino porque puede inhibir el movimiento.
Rompe, pues, su propia espontaneidad y naturalidad”
-Hegel-
Esto no es un artículo que habla de motivación. Con estas palabras intento transmitir la idea del movimiento.Es un escrito acerca de la actividad y de aquellos pequeños e inciertos pasos que damos hacia un destino que tan sólo sabemos proyectar, pero que parece que nunca llega.
Hay muchos motivos por los cuales permanecemos “estáticos” y, lamentablemente, hay determinadas circunstancias o momentos en nuestra vida que nos obligan a permanecer en ese estado.
Son aquellos momentos en los que la vida parece detenerse y en los que nuestros sueños son tan sólo algo lejano e imposible que divisamos desde nuestra ventana.
Es obvio que todos luchamos por algo o por alguien (o por ambas cosas a la vez), pero ¿cómo reconocemos que hemos llegado hacia el lugar al que queríamos llegar?
Al parecer existen pocas señales que nos lo comunican.
De hecho, parece que la felicidad es una emoción efímera y fugaz que se diluye en el momento en el que nuestra cabeza nos dice: “si, pero…”. De hecho, esa tristeza, en su justa medida, también es necesaria para valorar los buenos momentos.
Cada paso es necesario
Cualquier decisión implica renunciar a algo y quizás siempre nos quedará la duda de lo que pudo haber sido si hubiéramos seguido aquel camino que abandonamos.
Pero…¿y si aquel camino que dejamos atrás realmente no fue en vano sino que fue una travesía necesaria para llegar al lugar en el que nos encontramos?
Parece ser que estamos acostumbrados a trabajar por objetivos, por lo que cuando finalizamos uno de forma satisfactoria nos sentimos felices y plenos.Sin embargo, poco después nuestra mente nos sabotea con nuevas dudas e inquietudes que nos hacen cuestionarnos si realmente ha sido un logro importante o si, por el contrario, se trata simplemente de un intento fallido.
Sí, el movimiento es importante. Pero un movimiento excesivo para conseguir un objetivo abstracto se vuelve obsesivo y dañino para nuestra autoestima y también, puede afectar a la visión que tenemos del mundo y de las relaciones.
Cada pequeño paso que damos es importante
Hay muchos motivos para pensar que la causalidad es el resultado de pequeñas acciones que hemos realizado y que, en la mayoría de ocasiones, no sabíamos hacia donde nos dirigíamos. Tan sólo han sido migas de pan que hemos dejado atrás y no hemos tenido en cuenta.Pero créeme, cada paso ha sido determinante en el proceso de nuestra vida.
¿Es que acaso nunca conseguiremos sentirnos bien con nosotros mismos?
Solemos utilizar la frase “la vida da muchas vueltas”, pero en realidad, sólo gira si nosotros movemos la rueda.
Desde el sofá de nuestra casa es imposible cambiar nuestro mundo, pero también es imposible llegar hacia lo que llamamos destino con una autoexigencia exagerada y desmedida. Al parecer, como siempre, el secreto está en el punto medio.
Ahora piensa en todas las cosas que alguna vez pensaste que nunca llegarían, ¿cómo han llegado? Por un deseo de conseguirlas pero también sin ni siquiera darnos cuenta. Esos ya son logros que hemos conseguido y que no está bien despreciar (despreciarnos).
Movimiento es el paso de la potencia a los actos
Hay muchas cosas que queremos hacer y que se quedan en nuestro pensamiento por miedo. Proyectamos un futuro catastrófico plagado de inseguridades, daños irreparables y fracasos anticipados.
Esto ocurre antes pequeños movimientos y también ante grandes retos vitales.
Ante el primer caso hay una solución: hazlo. Ante el segundo caso hay otra: se paciente y mantén los pies en la tierra, pues ante retos excesivamente difíciles es muy probable que fracasemos a corto plazo y quizás la vida consista en pequeñas aproximaciones.
Notarás que vendrán mil y una excusa para no hacerlo y que tus miedos buscarán motivos que apoyen tus hipótesis pero, ¿realmente las has puesto a prueba?
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