Su vida transcurre con normalidad hasta que una tarde, luego del trabajo, Ylva no regresa a casa.
Mike se va preocupando mientras pasan las horas sin tener noticias de Ylva y su grado de desesperación se acrecienta cuando pasados varios días, la policía la da por desaparecida y se pone a rastrear su paradero.
El costado más siniestro de la desaparición de Ylva es que ha sido secuestrada por sus propios vecinos, una pareja mayor que se mudó junto a su familia hace pocos meses y que aparenta ser de lo más normal.
En una precaria habitación en la que sus captores la han recluido, Ylva puede ver todo lo que sucede en su casa, ya que esta pareja de secuestradores ha instalado una cámara allí y ella puede observar todo desde una pantalla.
Su mayor desilusión será ver como de a poco ella ya no forma parte de la vida cotidiana de su familia.
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