Este es un sentimiento que acobarda e inmoviliza porque pretende alcanzar un objetivo inalcanzable: no equivocarse nunca y ser siempre el/la mejor.
Lo cierto que es imposible ser excelente en todo, o en la mayor parte de los aspectos y habilidades de la vida. Tener ese tipo de exigencias sólo conduce a la ansiedad y la frustración.
Además, la búsqueda obsesiva de la perfección hace que olvidemos el primer objetivo de nuestra vida: ser felices, y provoca que renunciemos a áreas en las que creemos que no destacaremos y a nuestros intereses personales más agradables y gratificantes.
¡Acéptate! Eres un ser falible, imperfecto. Valora tu capacidad para conseguir las metas y objetivos propuestos, pero abstente de juzgarte.
Somos personas que hacen cosas que están bien y otras que están mal, pero no somos buenas o malas personas. Intenta no definir el error o fracaso como algo totalmente negativo, sino como mejor maestro. Aprendemos del error.
Si no fuera así, ¡la humanidad no hubiera existido tanto tiempo!
Acepta tus errores, no culpes a los demás de ellos ni tampoco seas excesivamente crítico contigo mismo.
¡Saca provecho de ellos! Buen Jueves a tod@s;))) — me siento esperanzada.
Silvia Pérez Olmos
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