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El libro de la Semana

ENTRE TONOS DE GRISRuta Sepetys (Michigan, Estados Unidos) es hija de un refugiado lituano. Antes de fundar su propia productora de música en Nashville, donde vive actualmente, vivió en París y en Los Ángeles. Gracias a los ánimos de su marido e inspirada por los relatos de su padre, escribió Entre tonos de gris, su primera novela. Con ella pretende hacer un sentido homenaje a las víctimas y a los supervivientes (como su propio padre) de la región báltica, que tras la ocupación soviética, sufrieron o acabaron sus días en el gulag estalinista. La autora ha llevado a cabo un intenso trabajo de investigación, que incluye entrevistas con familiares e historiadores. El resultado de tan riguroso estudio es una magnífica novela que emocionará y sorprenderá al lector ávido de buscar en nuestra historia reciente testimonios tan impactantes como la misma realidad.
En el verano de 1941 la policía secreta soviética irrumpe en casa de Lina, una ilusionada adolescente que en esos momentos prepara su ingreso en la escuela de arte. Hasta ese momento ella vivía tranquila junto a su familia en Kaunas, una de las más bellas ciudades de Lituania. Lina es deportada junto a su madre y hermano a un campo de trabajo en la lejana Siberia. Su padre, profesor universitario, desaparece a partir de ese día. Este tipo de intervenciones se habían vuelto habituales desde que el año anterior se produjo la invasión del país por las tropas rusas. A través de los ojos y la voz de la protagonista, se nos mostrará el largo y arduo viaje que emprenden, junto a otros deportados lituanos, hasta su temido destino final. Su única vía de escape es un cuaderno de dibujo donde plasma todo lo que ocurre a su alrededor. El hambre, el frío y la muerte se hacen inevitables compañeros de viaje. Durante ese recorrido, Lina descubre su amor por Andrius, un valiente muchacho que le ayuda e infunde esperanzas para seguir adelante.
En Siberia las condiciones de vida son terribles, pero consiguen salir adelante gracias al espíritu fuerte y unánime de una madre que siempre logra infundirles esperanza, y voluntad por mantener su dignidad. Aprovechando su talento, Lina decide empezar a pintar para hacer llegar a su padre los dibujos a través de una larga cadena de presos. Su objetivo es hacerle saber que aún siguen luchando por mantenerse vivos.
"¿Se han preguntado alguna vez cuánto vale una vida humana? Aquella mañana, el precio de la vida de mi hermano fue un reloj de bolsillo.” Frases como esta definen claramente esos momentos tan dramáticos. Pero éste no es solo el relato de un trágico suceso histórico, es también un canto a esos valores como el amor o la esperanza, que nos hacen aferrarnos a la vida con uñas y dientes. Estamos ante una novela muy bien escrita, con una afinada agilidad narrativa, y un gran poder hipnótico sobre el lector.
A través de los ojos de una niña, no solo podremos acercarnos a este capítulo tan desconocido de la historia, sino también calibrar lo que entonces suponía esa lucha diaria que era la propia supervivencia. Y en esa mirada precisamente está uno de los grandes atractivos de la novela. Y es de destacar, sin duda, el estricto trabajo de documentación que puede traslucirse tras cada una de las páginas de esta cautivadora novela.

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