domingo

MACHISMO NO ES MASCULINIDAD


Basándonos en el modelo de masculinidad tradicional, la única forma de llegar a ser un varón socialmente aceptado, son los comportamientos machistas de dominación hacía la mujer.
En este contexto ser masculino pasa inevitablemente por ser machista.
La transmisión de este modelo se realiza indiscutiblemente a través de la cultura y la educación.
Masculinidad es cualquier tipo de vivencia que puedan tener los varones, a nivel familiar, en el tratamiento a su pareja, en la crianza de sus hijos; y machismo es un término que describe conductas de abuso y dominación a las mujeres e hijos.
Precisamente por este ingrediente de dominación es importante trabajar a todos los niveles para erradicar el modelo de masculinidad hegemónica, ya que esta muy relacionado con la violencia a todos los niveles, incluyendo, por supuesto, la violencia de género, muy arraigada en las sociedades machistas.
El machismo es una versión rígida y estereotipada de la masculinidad y un factor de riesgo para la violencia, pero para ser masculino no es necesario mostrar que no se le tiene miedo a nada, que se es capaz de realizar cualquier actividad, que hay que acostarse con cualquier mujer sin importar si nos gusta o no, que se deben mostrar los sentimientos aunque tengamos la necesidad de compartirlos, que se es intolerante y dominante; todo esto no es necesario, y tampoco es deseable a la hora de crear una sociedad más justa.
Pero la palabra masculinidad ha sido construida a lo largo de muchos años y grabada en el subconsciente colectivo de hombres y mujeres, y con solo nombrarla nos evoca superioridad, fuerza y violencia. La idea de machismo también incluye que los varones tengan que controlar el mundo, su familia, su trabajo ser los proveedores económicos de la familia (dándole más importancia a esto que al trabajo no remunerado que se realiza en la casa)…
Pero la masculinidad no es solamente ser machista, el nuevo modelo de masculinidad, que actualmente crece, promueve otro tipo de conductas masculinas, se aboga por una masculinidad sensible, una masculinidad que permita relaciones plenas con la pareja y los hijos, por un varón que coopera en su relación, ayuda a sus amigos y se deja ayudar, que pide consejo, y no por eso deja de ser masculino.

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